Victor Hugo Flores Armillas
Como sabemos y hemos visto en clases, el tráfico de plantas y animales extraídos del medio natural, es una de las mayores amenazas a la biodiversidad. Esta amenaza creciente exige protección legal para especies amenazadas y comercializadas normalmente.
Para combatir esta actividad, han sido creados varios instrumentos normativos y técnicos. Uno de ellos es la certificación, la cual existe como una forma de control para plantas y animales propagados legalmente. Por otro lado, a pesar de la legislación vigente y sus herramientas de aplicación, la venta ilegal sigue siendo muy beneficiosa, en especial en algunos países (muchos de los considerados, “megadiversos”) en donde muchas especies de fauna son usados como mascotas o plantas con propiedades medicinales o uso de horticultura. Sin embargo,
actualmente no existen datos confiables para entender el impacto biológico ni la magnitud de la venta ilegal en cualquier escala.
Otros esfuerzos académicos para la conservación que mencionan los autores, ha sido el desarrollo de áreas naturales protegidas y dentro de las cuales se restringe el uso de los recursos naturales, y la generación de listas de especies amenazadas. Por el lado gubernamental, se mencionan la firma del cites en 1991 y la elaboración de la lista oficial de especies amenazadas.
Este articulo habla del trafico de especies de epifitas vasculares, las cuales poseen un mercado para horticultura de muchas especies. Estas plantas son una de las características principales de los bosques tropicales y representan una porción de riqueza de especies en esos ecosistemas. Además de ser consideradas como un producto no maderable. Y su desaparición es resultado de deforestación, fragmentación, colecta ilegal. Además presentan una alta tasa de extinciones y erradicaciones en el mundo, lo que nos habla del grado de peligro que corren. Por otro lado, un grupo de estas epifitas, las orquídeas, son protegidas internacional y nacional, sin embargo, son las más usadas y comerciadas.
Algo que me parece muy importante del articulo es que mencionan que no hay estudios que se enfoquen a tráficos ilegales locales lo que hace imposible medir la efectividad de las medidas de protección legal y de las instituciones dedicadas a el tema, pues como mencionan los autores “si las leyes están funcionando entonces el trafico será bajo”.
Dentro de sus métodos, visitaron un tianguis dentro de la zona Xalapa-Coatepec durante 3 años, durante este tiempo, se familiarizaron con los comerciantes (obteniendo nombres, lugar de residencia, las plantas que ofrecen y los lugares en donde los obtienen) y durante cada visita identificaron las especies que ofrecían y mediante observaciones reconocieron si las plantas habían sido extraídas del medio natural, determinaron su habitat y su nivel de endemismo.
Como parte de sus resultados, mencionan que ninguno de los colectores tenía permiso para la colecta ni para la venta de sus plantas. El precio de las plantas varió entre 23 + – 41, siendo las orquídeas blancas (Laelia anceps) quienes tuvieron el mayor costo (500 pesos). Dentro del tiempo del estudio, observaron 207 especies, 19 de ellas traídas de otros lugares, dos especies fueron colectadas en Veracruz pero no se encuentran registradas para México, 27 especies protegidas en México. 17 consideradas en peligro de extinción, 10 bajo protección especial, 47 especies endémicas al país y 6 endémicas a Veracruz. En cuanto a las densidades de estas plantas, ellos contaron 90 plantas por semana lo que suma en total 7598 plantas que no cuentan con las condiciones propicias de sobrevivencia ya que casi no contaban con sustrato al momento de venderlas, lo que disminuye su sobrevivencia y su capacidad de reproducción posterior
Como se mencionó anteriormente, a pesar de la protección legal para la mayoría de las especies comercializadas, su venta es legal, regular y a plena luz del día. Hechos que arrojan los siguientes datos: la abundancia total del tráfico de las especies es igual al promedio anual de orquídeas exportadas por México y muy similar a las confiscaciones de cactus en los aeropuertos de México, Alemania, Francia y Estados Unidos (esto sin tomar en cuenta invernaderos ubicados cerca o en la zona de estudio.
Otro resultado interesante es que los investigadores no pudieron distinguir las preferencias de los vendedores por ciertas especies en relación con la abundancia de los organismos en la naturaleza, lo que significaría que los traficantes saquean lo que encuentran dentro de un periodo corto de muestreo.
A manera de conclusión los autores proponen una serie de acciones a llevar a cabo para disminuir el tráfico y para conocer cuales son los impactos de este en la naturaleza:
- Incrementar este tipo de estudios, lo que es necesario para casi todas las especies en peligro y que se encuentran bajo este tipo de uso ilegal.
- Incrementar la lista de especies protegidas, que es de alguna manera un primer paso pero al final no el más importante ya que como se menciona en este mismo articulo, que una especie no deja de ser comercializada al momento de contar con alguna legislación de protección.
- Incrementar la vigilancia y la confiscación ya que son medidas para controlar el tráfico ilegal.
- Tener castigos más estrictos que reduzca o pare la venta de plantas silvestres.
- Desarrollar estrategias de manejo que permita el uso sustentable de las epifitas.
- Incorporar a los dueños del recurso, proveyéndoles de estimaciones de cosecha y protocolos de horticultura y propagación
- Programas de propagación y de reintroducción.
- Promover la propagación artificial de especies con bajas densidades de población.
- Investigar el impacto de la colecta ilegal en poblaciones silvestres.
Es necesario recordar que la extinción opera a través de la eliminación de poblaciones individuales hasta que las especies desaparecen.